DOMINGO XIV TIEMPO ORDINARIO C-2019, ENVÍA OBREROS A TU MIES


LA MIES ES MUCHA, LOS OBREROS

POCOS



Debemos recibir con gozo y alegría la voluntad del Señor para cada uno de nosotros, es lo que llamamos el Envío o la Misión, porque la misión en la viña del Señor la tenemos todos, no es solo para unos pocos y los demás quedarse como puros espectadores.

Es mucho más que eso, la escucha de la Palabra, la Oración, la Eucaristía nos debe llevar a una cercanía plena con el Señor de tal manera que se manifieste en nuestra vida de una manera cotidiana cual es nuestro quehacer en la viña del Señor.

San pablo nos lleva a ser hombres nuevos, y a sentir en nuestro cuerpo la cruz de Cristo, donde se sufren los ultrajes del envío que muchas veces está lleno de desprecio por parte de los demás, e incluso en muchos casos de persecución, a muchos el Anuncio de la verdad les ha llevado a la muerte, es el enfrentamiento o pulso eterno entre el bien y el mal, entre la mentira y la verdad, y es que los poderes de este mundo son muy astutos y seductores que los hijos de la luz.

Nuestro mundo no quiere que se mire a Cristo, más bien que se elimine, que deje de formar parte de la vida de las personas, que se relegue a lo privado, pero la Palabra, la Buena Noticia no está para meterla en una jaula, esta para liberarla y que todos la puedan oír, aunque se quiera callar al mensajero para anular el mensaje.

Estamos llamados a que el Señor envíe operarios a su mies, queda mucho por hacer, y el tiempo apremia, porque nuestra vida solo es una, y por lo tanto se nos escapa de las manos, no solo perder nuestra vida sino la de nuestros hermanos que el Señor ha puesto en nuestra vida.

Necesitamos la regla, la paz y la misericordia para llenarnos del amor y la paz que nos da el Señor, que a su vez nos tiene que llevar a la alegría plena del trabajador que siente que su trabajo está bien hecho, es el gusto por hacer bien las cosas sabiendo que el trabajo ha valido la pena.

Anunciemos que el Reino de Dios está cerca, que el tiempo apremia, demos la paz del Señor a todos los lugares, donde no os reciban, apartaos y sacudiros el polvo de los pies y la paz volverá a vosotros, no olvidemos nunca que no nos anunciamos a nosotros mismos, anunciamos al mismo Cristo.

Javier Abad Chismol




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