DIOS ESCOGE Y ENVÍA, V semana del tiempo ordinario (C-2019)


LA VOCACIÓN Y EL ENVÍO


Dios quiere que todos los hombres se salven, que entren por la puerta de la salvación, por lo tanto no nos deja solos, Él se manifiesta a todos los hombres, a toda la humanidad y lo hace a través de la propia historia humana, viene a nosotros, a nuestra realidad, en nuestro momento concreto.

Es el profeta el enviado, aquel  que recibe la misión de anunciar la verdad a los pobres, a liberar a los cautivos del pecado y del ateísmo, de la servidumbre a los falsos dioses, y se manifiesta en toda su grandiosidad, con signos grandiosos y visibles a nuestros torpes ojos, para que se demuestre su trascendencia y su gloria.

Es la vocación de Isaías, que se siente indigno ante su pequeñez y la magnitud de la misión que se le encomienda, Dios lo purifica y lo envía a ser presencia ante los hombres.

Pablo pasa de ser perseguidor a apóstol, un gran absurdo que solo se puede entender desde la conversión y la fuerza de la gracia, el Señor Jesús acude a él y transforma su vida, les recuerda a todos lo importante que es creer en Jesucristo, que le creamos como el Hijo de Dios, no como un hombre más, por eso hay que afirmar la divinidad de Jesús, la fe y la esperanza en la resurrección, esos son los pilares de nuestra fe, el misterio trinitario y la fuerza de la gracia y el Espíritu Santo.

Jesús llama a su Iglesia, a sus discípulos, a todos nosotros, a que seamos capaces de fiarnos de Él, no a confiar tan solo en nuestras fuerzas, cuando les dice que remen mar adentro ellos desconfían, porque no habían pescado nada antes, pero es la fuerza de la gracia, de la misión, la que hace que se vuelvan con las redes repletas, esa es la confianza que tenemos todos que tener, rememos mar adentro, dejémonos transformar por el Señor, Él nos ayudará y nos guiará, él nos protegerá, acojamos el ENVÍO y el transformara nuestras vidas.

Javier Abad Chismol



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