XXXI Domingo Ordinario (B-2018)



¿CUAL ES EL MANDAMIENTO MÁS IMPORTANTE?



La vida de la persona aumenta desde la honradez y el cumplimiento de los preceptos, una forma de alargar nuestros días y llegar hasta la vida eterna. Es practicar aquello que te hace feliz, si al cumplir los mandatos de Dios no te hace feliz y te reprime, es que aun no has tenido encuentro personal con el Señor. Ser creyente, ser cristiano no es simplemente serlo por costumbre o por tradición, tiene que haber experiencia de encuentro. En esto consiste el amor de Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma.

Cristo, como Sumo Sacerdote, el que nos convenía y era necesario para la humanidad; santo, inocente, apartado de los pecados, y llevado a los cielos. A los creyentes nos cuesta entender esto, ese valor de entrega, de oblación, de sacrificio, de gratuidad, pero ahí está la grandeza y el poder de Dios, que quiso que fuera así para la salvación de  todos los hombres, la muerte de un justo por el pecado y la avaricia del hombre.

Tenemos que volver al Señor, saber distinguir el pecado, el bien y el mal, y saber siempre en nuestro corazón que es lo más importante, y que Dios siempre debe ocupar el lugar fundamental en nuestras vidas. Ante esta pregunta de los escribas a Jesús, de ¿cuál era el mandamiento fundamental?, lo primero que le dice Jesús es que escuchen, si no escuchamos no podemos obedecer y descubrir la voluntad de Dios, y les recalca de nuevo, como si no lo supieran, porque a  veces preferimos omitir o desviar el pecado. Amar a Dios con toda nuestra fuerza, amar a nuestro prójimo a nuestros semejantes, y amarnos y respetarnos a nosotros mismos.

Esforcémonos por centrar nuestra vida ante Dios y en los preceptos y de esta manera encontraremos sentido a lo que vivimos, y aunque nos falten respuestas seremos capaces de seguir adelante, de no desfallecer en el camino de la vida, y seguiremos como modelo los pasos de Jesús, que vino a salvarnos y a redimirnos.

Javier Abad Chismol

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