FIESTA DE SAN JUAN DE RIBERA

FIESTA DE SAN JUAN DE RIBERA 2017

LUMBRERA DE ESPAÑA

Parroquia San Juan de Ribera de Burjassot, 2013


     Recordando y reflexionando sobre de San Juan de Ribera, actualizamos su historia y su vida, nos remontamos a aquellos tiempos difíciles de la cristiandad, hablamos de una época que se parece en cierto modo a nuestro tiempo actual, momentos de incertidumbre, de confusión y de ataque y desprecio hacia lo religioso.
    Había confusión en el mundo católico, muchas eran las circunstancias que hacía que los hombres y mujeres de fe tuvieran serias dudas sobre lo que profesaban, es más, parecía que los pilares fundamentales del cristianismo estaban tambaleándose, se sufrían diferentes envites por diferentes francos contra la fe, contra la Iglesia y contra las cosas de Dios. Una persecución encubierta que se iba destapando, tal y como también apreciamos en nuestra sociedad actual, que está a la espera de una decadencia que no acaba de llegar, como una ave rapaz que espera a que su víctima sucumba.
     Los herejes, personas que confundían, que manipulaban la doctrina y las creencias, provocando la huida de muchas personas que se acercan a los nuevos grupos. Porque no podemos olvidar que el hombre tiene sed de Dios[1], y de alguna manera sigue buscando, de una forma u otra, que en muchas ocasiones no sabe lo que es, pero lo siente en lo más profundo de su ser. Si a esto juntamos un desprestigio de la Iglesia Católica, pero no una ausencia absoluta de Dios, nos encontramos ante una especie de religión a la carta, que calma en cierto modo mi sed hacia la trascendencia, pero niega a la Iglesia. Así de esta manera mi conciencia queda calmada y mi hipotética relación con Dios, y además quedo liberado del dogmatismo, de leyes y mandamientos que cumplir, y todo lo hago con las frases que tantas veces hemos escuchado: “Yo creo en Dios pero no en la Iglesia”, o “no creo en los curas”, o “Algo tiene que haber”.
      Son frases trampa que nos alejan de la verdad plena, ¿tiene sentido la Iglesia si no es de Dios?, ¿cómo ha perdurado a lo largo de los siglos?, hace cuatrocientos años ya esperaban que la Iglesia Católica cayera, pero no fue así, los que sucumbieron fueron los que esperaban, aquellos que esperaban, aquellos que creían que la Iglesia era un montaje de unos pocos con un afán de poder.
     ¿Puede la Iglesia vivir sin Dios? La respuesta es no, porque es el Espíritu Santo el que la sostiene y el que le da aire de renovación para que no se desvíe del camino, y si lo hace, poder rectificar, y caminar hacia la voluntad de Dios que es en definitiva el anuncio de la Buena Noticia del Evangelio, y eso no entiende de modas, ni de tiempos, es para siempre[2], y es ahí donde radica su fortaleza, que no es algo de los hombres, que es cosa de Dios, y es Él el que lleva la historia de salvación, y por lo tanto las riendas de la Iglesia[3].
     Junto a los falsos creyentes, falsos conversos y herejes, también tuvo san Juan de Ribera que luchar contra los infieles, y ¿quiénes son los infieles?, ¿por qué hay que luchar contra ellos?
     San Juan de Ribera vivió una época muy difícil, y la vida de los santos nos tiene que servir de patrón, para saber como el Señor actúa en la historia. Los infieles  no son los indiferentes, no son aquellos que pasan del fenómeno religioso, son aquellos que declaran una especie de lucha sistemática contra los cristianos, especialmente la Iglesia católica, y lo realizan con fuerza y astucia para que ese fenómeno desaparezca, lo hacen como ya lo hacían desde hace muchos siglos, lo hacen a través primero de la burla, luego estrangulando la libertad de expresión religiosa, y a continuación se pasa al ataque directo de la fe, que puede llegar incluso al linchamiento, al asesinato y a la destrucción de los Templos.
      La historia hace que aprendamos cuáles son esos pasos a llevar a cabo para ponernos en alerta cuando se empiezan a promover ciertas actitudes que pueden ser peligrosas y destructivas, ¿cómo actúan en nuestros días los infieles?
      Sobre todo con uno de los medios más poderosos, que son los medios de comunicación, imitando ya a aquellos infieles enfadados que hacían mofa y burla de la Iglesia y de los cristianos. Hoy vemos como programas de gran audiencia difunden y atacan a la Iglesia, creando así una campaña de desprestigio general. Y lo peor es que lo hacen sacando las cosas de contexto, homilías de obispos a medio publicar en periódicos, de tal manera que la opinión pública quede contrariada por aquello que se dice, en verdad es una mentira echa con mala intención.
     A esto hay que unir también las nuevas leyes creadas por algunos gobiernos que ponen en evidencia el planteamiento católico frente a otros liberales y deformados sobre lo que significa la ley natural del hombre[4], y así de esta manera el pensamiento cristiano queda de nuevo en entredicho. Pero aún se pretende llegar mucho más lejos se están planteando nuevas leyes de libertad religiosa para controlar el culto, lo que se hace y se dice, creando así un control directo sobre la Iglesia y abrir algo que ya se vive en otros países y que es la censura a la expresión del libre pensamiento cristiano y también de los símbolos cristianos.
     En definitiva vemos que la época en que vivió san Juan de ribera no fue tan distinta a la nuestra, es más, se planteó incluso renunciar a la diócesis de Valencia debido a la dificultad del momento.
     Pero él sabía en lo más profundo de su corazón la gran llamada que el Señor le había hecho para ser pastor de todos, también de los alejados de la fe. Ostentó todos los poderes, el civil, el religioso y el militar. Pudo luchar contra los enemigos de la fe y lo hizo con paciencia y veneración a su misión.
     Recorría todos los rincones de la diócesis para anunciar la Palabra, para que todos conocieran a Cristo, cuidando mucho la formación para que se conociera la Escritura, así como la preparación de los futuros sacerdotes fundando el Colegio del “Corpus Christi” en Valencia y una capilla en la que se veneraran como es digno los sacramentos, con una especial devoción al Santísimo Sacramento. He aquí tres pilares fundamentales que también son necesarios en nuestros días y que debemos tomar ese relevo: formación en la Escritura y el Magisterio, una liturgia pura, limpia de abusos, y la caridad, que tanto practicaba san Juan de Ribera como hizo desprendiéndose de sus bienes en varias ocasiones.
      También nombrar como san Juan de Ribera tenía un trato especial con los niños y la juventud, es el futuro de una sociedad y son los primeros que deben conocer a Jesucristo[5]. Acostumbraba a ponerse con una sillita en la plaza de Burjassot  y así enseñaba la doctrina cristiana a los niños, y luego les repartía dulces, monedas, ropas y aquello que necesitaran.
     Hoy nosotros veneramos a nuestro patrón para que él ilumine nuestras vidas, guíe nuestros pasos; recordemos aquellas palabras de los niños cuando entregaba ya anciano su alma al Señor:
      “El señor patriarca está en la gloria, con la palma y corona de la victoria”.
       En sus funerales, se dice que abrió los ojos y se encendió su rostro para adorar al Señor, en el momento de la consagración hasta la comunión del celebrante. Hoy recordamos las palabras del Papa San Pío V, que habría pronunciado cuarenta años antes, es ”Lumbrera para toda España”. Alabemos de esta manera con devoción al ejemplo y modelo de san Juan de Ribera, afirmando con fe Alabado sea el Santísimo Sacramento.

Javier Abad Chismol





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