SEMANA XXII TIEMPO ORDINARIO C-2016

SENCILLEZ Y HUMILDAD

EL QUE SE HUMILLA SERÁ ENALTECIDO



Los libros de la Sabiduría nos enseñan a saber vivir y saborear la vida, a vivir la y no a malgastarla, vivir vida no es consumir vida. Nuestra existencia es tan efímera que parece una vela que se consume sin remedio.

Que nuestra vida esté llena a manos plenas de cosas que valgan la pena, que sintamos de corazón que nuestra vida tiene sentido y para ello tenemos que aprender a vivir desde la sabiduría de Dios y no de los hombres.

El orgullo y la autosuficiencia es lo que pierde al hombre, lo que le hace  sentirse como un dios, así como el afán el poder de dominación sobre los bienes de la tierra y sobre las otras personas, eso es lo que esclaviza al hombre y le hace ser necio. Esa no es la actitud para entrar en el Reino de los cielos, ese es el camino que nos lleva a las tinieblas y al pecado de la soberbia.



El humilde en cambio busca el agrado ante Dios en su vida y la opinión de los hombres y el mundo se quedan en un segundo plano.
Dios abre las puertas de la ciudad de Jerusalén a los pobres y humildes de corazón, es decir, aquellos que se sienten necesitados de Dios, que en su pequeñez ven la grandiosidad de Dios, es la familiaridad que Él nos ofrece.

Cuando se nos invite a la boda no debemos ponernos en los lugares preferentes, no sea que haya un invitado más importante que nosotros y nos hagan levantarnos y quedemos en ridículo delante de todos.

Aceptad la voluntad de Dios con humildad y sencillez, no haciendo lo que a mí me agrada sino lo que agrada al Padre del cielo. Buscar la misión encomendada por Dios es aceptar el puesto que tenemos reservado en la vida, sabiendo que nuestros caminos no son sus caminos y que los que quieran ser primeros que se pongan los últimos, que sea el Señor el que te ponga en los puestos de arriba y así sabrás que es el Señor es el que actúa y no tu propio ego.

Aprendamos la gran lección de la humildad y el servicio y descubriremos lo que es estar cerca del Reino de Dios.

Javier Abad Chismol


Lecturas del día
Primera lectura

Eclesiástico 3:17-18, 20, 28-29

17 Haz, hijo, tus obras con dulzura, así serás amado por el acepto a Dios.
18 Cuanto más grande seas, más debes humillarte, y ante el Señor hallarás gracia.
20 Pues grande es el poderío del Señor, y por los humildes es glorificado.
28 Para la adversidad del orgulloso no hay remedio, pues la planta del mal ha echado en él raíces.
29 El corazón del prudente medita los enigmas. un oído que le escuche es el anhelo del sabio.
Salmo responsorial

Salmo 68:4-7, 10-11

4 Mas los justos se alegran y exultan ante la faz de Dios, y saltan de alegría.
5 Cantad a Dios, salmodiad a su nombre, abrid paso al que cabalga en las nubes, alegraos en Yahveh, exultad ante su rostro.
6 Padre de los huérfanos y tutor de las viudas es Dios en su santa morada;
7 Dios da a los desvalidos el cobijo de una casa, abre a los cautivos la puerta de la dicha, mas los rebeldes quedan en un suelo ardiente.
10 Tú derramaste, oh Dios, una lluvia de larguezas, a tu heredad extenuada, tú la reanimaste;
11 tu grey halló una morada, aquella que en tu bondad, oh Dios, al desdichado preparabas.
Segunda lectura

Hebreos 12:18-19, 22-24

18 No os habéis acercado a una realidad sensible: fuego ardiente, oscuridad, tinieblas, huracán,
19 sonido de trompeta y a un ruido de palabras tal, que suplicaron los que lo oyeron no se les hablara más.
22 Vosotros, en cambio, os habéis acercado al monte Sión, a la ciudad de Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a miríadas de ángeles, reunión solemne
23 y asamblea de los primogénitos inscritos en los cielos, y a Dios, juez universal, y a los espíritus de los justos llegados ya a su consumación,
24 y a Jesús, mediador de una nueva Alianza, y a la aspersión purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel.

EVANGELIO

Lucas 14:1, 7-14

1 Y sucedió que, habiendo ido en sábado a casa de uno de los jefes de los fariseos para comer, ellos le estaban observando.
7 Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos, les dijo una parábola:
8 «Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya sido convidado por él otro más distinguido que tú,
9 y viniendo el que os convidó a ti y a él, te diga: "Deja el sitio a éste", y entonces vayas a ocupar avergonzado el último puesto.
10 Al contrario, cuando seas convidado, vete a sentarte en el último puesto, de manera que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba." Y esto será un honor para ti delante de todos los que estén contigo a la mesa.
11 Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.»
12 Dijo también al que le había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y tengas ya tu recompensa.
13 Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos;

14 y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos.»

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