Reflexión para Primeras Comuniones

HOMILIA PRIMERAS COMUNIONES

ENTREGA DE AMOR 

Hoy es un día muy importante para estos niños y para sus familias, hoy se acercarán por primera vez a la mesa del altar, a la eucaristía.
Recordamos hoy todos nosotros los sacramentos de la Iniciación cristiana, cada vez que celebramos una Eucaristía renovamos nuestro amor a Jesús y a los hermanos.
Esos sacramentos son el Bautismo, la Eucaristía y la Confirmación, son los pasos para llegar a tener una buena amistad con Jesús que nos tiene que acompañar a lo largo de toda nuestra vida.
Por lo tanto, que hoy sea la culminación de una etapa, pero el comienzo de otra, que vosotros niños que vais a tomar el Cuerpo de Cristo podáis seguir conociendo más a Jesús, que este día no se convierta en un final, que sea algo más que todo eso, sea vuestro deseo firme de seguir, de seguir siendo cristianos, que no sea la Última Comunión, que sea la primera de otras tantas, sabemos que no es fácil, que muchos de vosotros no volveréis en mucho tiempo a la Iglesia, pero que al menos que cuando miréis la foto de este día os acordéis de Jesús, y de unos catequistas que os han dedicado su tiempo y cariño para que conocieras el gran regalo de la fe y el encuentro con Jesús, ánimo seguir adelante, el Señor os quiere, y quiere que sigáis estando junto a Él.
Él estará siempre esperando en esa cajita, en el sagrario, siempre que lo deseéis y queráis estará a vuestro lado, para escucharos, para quereros, y para seguir siendo vuestro amigo.
Recordar en vuestro corazón el mandamiento más importante del amor de Dios, lo más fundamental, el amor a Dios y al prójimo como a uno mismo. Esa norma, ese mandato, no solo es para los que se llaman cristianos, ese mandato nos invita a que entre todos podamos construir un mundo más justo y más solidario, que nos queramos, que nos respetemos, que aprendamos a ayudarnos unos a otros, como el Señor nos ayuda y nos quiere, y esto es para todos, no solo para los niños, todos necesitamos de todos, todos queremos que nos quieran, que nos escuchen, que nos amen, y en esa misma medida tenemos que hacerlo a los demás.
El Sacramento de la Eucaristía es ante todo el signo más profundo de amor, Jesús se entrega por nosotros, cada vez que comulgamos, que recibimos el Cuerpo de Cristo, Jesús se hace presente en nuestras vidas, cada vez que lo tomamos a Jesús pasa a formar parte de nosotros, ese es el milagro de La Comunión, que está con nosotros.

Jesús nos dejo este memorial, la Última Cena, para que nos acerquemos al altar para cada día ser más amigos de Jesús.
Dentro de un momento renunciaremos al pecado, a la tentación, ha hacer cosas malas que nos hacen daño a nosotros y a los demás, la primera tentación es la de que ya no volváis más a la Iglesia, para que la fe se quede solo en un recuerdo infantil, seguir a Jesús, no os dejéis llevar por las seducciones de lo fácil y de lo cómodo.
También afirmaremos en que creemos, en la profesión de fe, en el credo, en definitiva porque estamos aquí, creemos en Dios Padre que nos envía al Hijo para mostrarnos un camino de felicidad, y luego nos deja el Espíritu Santo que recibimos en los sacramentos.
Pues bien niños, es un día grande, felicidades, seguir la senda de Jesús, pasar un buen día con vuestras familias, y os deseamos lo mejor, yo y todos vuestros catequistas, tenéis la puerta abierta de esta comunidad, de esta parroquia, aunque sabemos que esto es más una despedida, es la Primera y Última Comunión, esperamos que no lo sea, y los que lo deseéis podéis seguir viniendo, tanto en Postcomunión como en la Eucaristía.
Gracias sobre todo a los catequistas por vuestro esfuerzo y dedicación y por no esperar más recompensa que llevar el mensaje de Jesús a los niños y a sus familias, Dios os lo pagará con creces.
Javier Abad Chismol

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