VOSOTROS SOIS EL CUERPO
DE CRISTO
La Ley viene a nosotros, y viene para que la veneremos, pero
para venerarla y a su vez que nos produzca la liberación, la Ley no vino para
que el mundo y sus actitudes fueran inflexibles, para esclavizar al hombre en
letra muerta, vino a algo mucho más grande, vino para que descubriéramos
el amor de Dios, la Ley del amor que nos
da la libertad del corazón.
La Ley no vino para que nos sintiéramos desgraciados porque
resulta que no somos capaces de funcionar sin normas, vino para algo mucho más
grande, para que tuviéramos conciencia propia de nuestra condición humana y nos
reconociéramos como hijos de Dios, ¿puede el hombre huir de su conciencia y de
su creador? Si lo hace está perdido, porque se dejará llevar por una conciencia
pervertida por el mundo, por el pecado y por el diablo.
La Ley nos hace caer en la cuenta de lo que somos, y también
por la gracia y la fuerza del Espíritu Santo somos capaces de reconocer nuestro
lugar, como cada uno de nosotros formamos parte del Cuerpo de Cristo, somos
miembros diversos, y hoy nosotros gracias a la vocación y la llamada,
descubrimos esa labor que tenemos que desempeñar en su conjunto, una obra
grandiosa y misionera que es la Iglesia de la que todos formamos parte, en
donde se rompan las cadenas del pecado, de la envidia, de los celos, de la codicia,
del orgullo, de la soberbia, de aquellos atributos que pervierten al hombre y
que están continuamente acechando a la Iglesia y a sus miembros, y por tanto
también a todos nosotros.
Hoy se debe cumplir en nuestras vidas la Escritura, hoy viene
el Señor a nuestras vidas, hoy se anuncia a los pobres la Buena Noticia del
Evangelio, se nos libera de nuestras ataduras, hoy se proclama el año de
gracia.
Se tiene que cumplir en nuestras vidas. . .
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