NUESTRA VOCACIÓN ES LA LIBERTAD
Ser libre para poder escoger lo bueno, lo que es mejor para mí, sabiendo eso dejaremos que sea Dios el que nos muestre el camino, aunque en ocasiones no me guste aquello que siento que debo hacer. Hay que tener un convencimiento muy claro, cuando la iniciativa es nuestra la mayoría de las veces nos equivocamos, el Señor no se equivoca nunca, Él que nos ha creado sabe lo que necesitamos y para que hemos sido invitados, es la invitación a la felicidad plena.
Por eso que nadie piense que la vocación es para unos pocos, es para todos, y en todos los lugares, puestos y carismas podemos dar gracias y alabar a Dios. Esa es la misión del cristiano, alabar al Señor con nuestra vida.
La vocación del hombre es agradar a Dios amando a nuestros hermanos, mostrando y viviendo los valores fundamentales del Evangelio, esa es la vocación universal a la que todos somos llamados desde que estábamos en el seno de nuestra madre. Si el hombre no alcanza esta máxima es por la corrupción del pecado, de la misma soberbia que reina en la humanidad desde el comienzo de los tiempos, hablamos del pecado original. Es la tentación que tenemos todos los hombres de querer decidir por encima de Dios, de querer ser como Él, o por lo menos desplazarle lo suficiente para que así el hombre ocupe su lugar.
Cada uno de nosotros podríamos preguntarnos que lugar ocupa Dios en mi vida, seguramente no renegamos de Éste, simplemente es que queremos ser los dueños absolutos de nuestra vida, y pensamos que de algún modo el Señor viene a privarnos de nuestra libertad. Cuando realmente tenemos que tener muy claro que es todo lo contrario, el alejamiento de la voluntad de Dios nos hace cada vez más esclavo de nosotros mismos y de nuestro pecado.
El maligno sigue actuando en el mundo a pesar de que estemos en una época que no se quiera hablar de ello. He podido apreciar en ocasiones como cuando en el ritual del bautismo se hacen las renuncias al pecado, y más concretamente a Satanás, hay ciertas sonrisas, como si eso fuera algo del pasado. Eso es un gran error, porque el mal existe, y lo que pretende muchas veces es confundirnos, hacernos creer que son como alucinaciones nuestras. Es una manera de relajarnos ante nuestra relación con Dios, y es ahí cuando caemos en la trampa, empezamos a dejarnos llevar más por nuestros sentimientos que se encuentran a su vez envenenados por el mal.
¿Quien está dispuesto a comprometerse con Dios? Comprometerse pocos, creer en Él sí, pero poco más. Sin compromiso no hay encuentro con el Señor, es como querer aprender de una materia pero sin estudiar, simplemente contemplando el lomo de los libros en la estantería. O pretender conocer a alguien sin tener ningún tipo de relación con él o ella, simplemente saber de oídas.
Javier Abad Chismol
Comentarios
Publicar un comentario