Domingo VI del tiempo ordinario, Ciclo B
HACED TODO PARA GLORIA
DE DIOS
Todo lo que hagamos en nuestra efímera vida sea para gloria
de Dios, que contemos nuestros días como un soplo, como algo temporal, como un
tiempo que se nos ha prestado para que demos sentido a todo lo que en sí
significa nuestra existencia.
Rompamos las ataduras que no nos dejan ser libres, la Ley de
Dios viene para hacernos libres y no para que seamos esclavos. El pecado es
como la lepra, que nos aleja del amor de Dios, y además ese pecado justificado muchas
veces por nuestra propia ambición y nuestra propia codicia para sentirnos poderosos.
Lo importante es que no nos engañemos a nosotros mismos, que
seamos capaces de darnos cuenta de nuestra necesidad de Dios, y eso lo hacemos
desde nuestra dimensión de vernos en nuestra pobreza como hombres pero con la
grandeza de ser hijos de Dios, el pecado va unido a la gracia del perdón y nos
lleva a la redención de nuestros pecados.
El Señor viene a todos sin excepción, no importa como haya
sido nuestra vida, no importa que estemos contaminados por la corrupción, lo
que importa es que seamos capaces de acercarnos al Señor para pedirle redención
y perdón. Jesús se apiada del leproso, tiene compasión de él, le pregunta si
quiere ser curado, y no solo eso, también si cree en el poder de Dios.
Porque para Dios no hay nada imposible, y lo que tenemos que
hacer es superar nuestra incredulidad, para ser creyentes, esa es la condición
de la gracia, de esta manera alcanzaremos el perdón y la misericordia del Señor
vendrá a cada uno de nosotros.
Nuestra vida debe ser grata a los ojos de Dios, y lo que les
grato, es nuestra felicidad, de tal manera que no estemos perdidos en nuestra
existencia terrena, sino que encontremos nuestro lugar, y esto se basa en el
cumplimiento de la Ley, no ley solo de letra, sino misericordiosa y transformadora.
Que podamos imitar a Cristo en nuestro estilo de vida, con
nuestra forma de vivir y de ser cristiano, un estilo de vida que debe llevarnos
a ser luz para el mundo, que denuncie el pecado y des mascare a la mentira.
Acerquémonos al Señor y pidamos ser curados, confiemos en su
fuerza sanadora, se nos pide voluntad, entrega, y petición.
Javier Abad Chismol
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