¡ALEGRATE, PORQUE DIOS TE AMA!
(María Modelo de Nuestra Fe. La Anunciación-Extracto)
Hoy tenemos que hacer nuestras las Palabras del Ángel a María, el viene a nosotros por mandato divino, y viene para recordar nuestra vocación de cristianos, nuestra llamada a encontrarnos con él, a ser capaces de recibir esa visita, que se abra la puerta de nuestro corazón, para que entre ese resplandor, esa luz del envió a proclamar la misión a cada uno de los hombres y mujeres de todos los tiempos. Y esa llamada, esa visita, ese encuentro viene a nosotros aquí y ahora.
Alégrate porque el Señor proclama su voluntad en nuestra existencia, y eso es motivo de alegría, compartamos los sentimientos de María, esos sentimientos de humildad y de servicio, saber que el Señor cuenta con cada uno de nosotros.
Por eso hoy hacemos nuestras las palabras de María, la Madre de Dios, que proclama de rodillas su humildad y su predisposición a aceptar lo que se nos pida, también nosotros planteamos una cuestión. ¿Estamos dispuestos a aceptar la voluntad de Dios? aunque no lleguemos a entender y comprender lo que se nos pide, aunque nos invada el absurdo de la incredulidad, nuestro escepticismo.
Hoy se nos manifiesta la presencia mística del Señor, Él se hace presente en nuestras vidas, y lo que tenemos que hacer es ser capaces de discernir el significado de las Palabras del ángel; son las mismas palabras que pronuncia el sacerdote en la eucaristía, la afirmación de que el Señor está con nosotros, que se manifiesta en nuestra vida, y para ello hay que ser verdaderamente creyentes como María. Esa presencia siempre existe, pero a veces por error o dejadez dejamos al Señor fuera de nuestra vida, como diciendo que en este momento no tenemos tiempo para él.
Para recibir la llamada de la salvación hace falta sobretodo capacidad de dejar a Dios que sea Dios, porque si no podemos caer en la gran tentación del ser humano, que consiste en que somos nosotros los que queremos decir a Dios como debe comportarse o como debe actuar con nosotros y con la humanidad.
Nada de enfados, de rebeldías, repito, deja a Dios ser Dios, no queramos emendar la plana a Dios, no nos creamos mejor que nadie, o peor, no seamos tan soberbios de creernos mejor que el propio Dios. Recordar la tentación del demonio a la representación de los "primeros padres", esas palabras que nos llevan a estar por encima del bien y el mal, y creernos de esta manera mejor que Dios, y querer por lo tanto ser los que manejamos el libro de ruta de la divinidad.
Humildad, servicio, y acoger, primera lección de María para todos nosotros, para enderezar nuestra vida, nuestro rumbo, en definitiva que seamos capaces de volver nuestro rostro al Creador, de escuchar las palabras de ángel, que no es otra cosa que la intervención divina en la historia de los hombres, y en nuestra propia historia personal.
Javier Abad Chismol
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