EL TRIUNFO DE DIOS
Domingo XXVII del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Reflexionamos sobre la parábola de la viña y los labradores perversos en el Evangelio, es la forma de como Jesús nos explica la historia de la salvación. Y es que el hombre, cada uno de nosotros muchas veces no damos el fruto esperado y en ocasiones cerramos los oídos, vivimos al margen de Dios y fabricamos ídolos.
Rechazamos a los profetas, a la voz de Dios, a los hombres de Dios, y acabamos con ellos, les hacemos la vida imposible, pensamos que eliminando al mensajero hemos eliminado el mensaje y de paso a Dios, y de esta manera nos quedamos con todo, es la criatura que pretende eliminar a su Creador y quedarse con la creación, puro egoísmo, por puro independentismo de Dios.
Acabar con el hijo del dueño de la viña, una forma de quedarse con todo, un claro ejemplo evidente de maldad, de codicia, y por lo tanto una actitud que nada tiene que ver con la generosidad y la disponibilidad, sino en una entronización de la viña, del mundo, del hombre, de los trabajadores de la viña.
Los frutos del Reino, la venida del Señor, de la recuperación de lo que le pertenece, de lo que es propio, la llamada al Reino de Dios y el triunfo sobre el maligno debe triunfar.
Javier Abad Chismol
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