SALIÓ EL SEMBRADOR A SEMBRAR
Domingo
XV del Tiempo Ordinario Ciclo A
El mensaje del Señor llega
nosotros de muchas maneras, y tenemos que estar atentos para que cuando llegue
a nosotros este de los frutos esperados. No venimos al mundo por casualidad, ni
somos fruto del azar, somos un proyecto amado por el Señor, somos sus hijos, y
como Padre que es de todos nosotros, quiere que encontremos el sentido de
nuestro ser y existir.
Esto es en definitiva a lo que
estamos llamados, a la felicidad, estamos llamados a que demos fruto, y que
nuestra vida no se desperdicie, que con el paso de tiempo podamos ver que
nuestra vida tiene sentido. El problema es cuando el ser humano se hace
soberbio y quiere sobrepasar a Dios, o ser como un dios, es entonces cuando nos
perdemos y nuestra razón de vivir y de ser se pierde sin germinar y sin dar
fruto, es decir, malgastar la vida.
La Palabra de Dios es viva,
eficaz y transformadora, pero tenemos que dejar que esta actúe en nosotros,
para ello tenemos que cuidar la tierra, nuestra vida, nuestros sentimientos,
nuestra relación con Dios, la caridad con nuestros hermanos.
El hombre está preso por el
pecado y se puede liberar de esa esclavitud por la gracia, por dejar que el
Señor de fruto en nosotros. Tenemos que preguntarnos que es aquello que no deja
que germine la semilla de la Palabra, cuando las preocupaciones, el egoísmo, la
pereza, nuestros anhelos y proyectos que hacen que se ahogue la semilla.
Para que pueda haber conversión
tiene que haber escucha, nos acostumbramos a la Palabra, nos da la sensación de
que ya nos la sabemos, y es entonces cuando no llega a nuestro corazón, y
entonces no produce los frutos esperados.
También nos ocurre que en
ocasiones nos interpela, nos cuestiona, y es entonces cuando nos desviamos,
como en la parábola del joven rico, nos entristecemos y damos media vuelta.
La parábola del sembrador nos
narra todos esos momentos, en donde la Palabra sale en boca del profeta, y
cuáles son las reacciones, al igual que la semilla que cae al borde del camino,
o entre zarzas, o en tierra buena, hoy al igual que siempre la Palabra de la
Buena Noticia se esparce en todos los lugares de la tierra, para que cada uno
en su libertad, acoja o rechace.
Hoy también nosotros podemos
escucharla con indiferencia, o como algo antiguo y trasnochado, ¿Cuál es
nuestra actitud? Dejemos que el Señor nos cambie y podamos ser tierra buena,
que no caigamos presos de la ideología de este mundo que nos priva del
verdadero de Dios y nos ofrece falsos dioses de pies de barro.
Javier Abad Chismol
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