LO QUE TENGAS QUE HACER, HAZLO PRONTO


Martes de  la Semana Santa, 7 de abril de 2020


Dios no nos deja la mano, aunque no lo podamos ver, aunque nuestros pasos parezcan un fracaso, las palabras del profeta: «Por poco me he fatigado, en vano e inútilmente mi vigor he gastado. ¿De veras que Yahveh se ocupa de mi causa, y mi Dios de mi trabajo?»

A veces parece que Dios nos deja la mano, o incluso que la maldad triunfa o es más poderosa, o como la injustica triunfa sobre la justicia, o como la mentira gana el pulso a la verdad, el triunfo aparente de los malhechores.

Pero no se nos dejará de la mano, aunque el camino se arduo y complicado, el Señor afirma al hombre de Dios: “Te voy a poner por luz de las gentes, para que mi salvación alcance hasta los confines de la tierra.”

Entre la maldad del hombre y la incredulidad, triunfa Yahveh, aunque el enemigo esté a nuestro lado, como escuchamos en este tiempo de pasión, como merodea ante el Señor, la negación, la traición, la cobardía. Cuando dijo estas palabras, Jesús se turbó en su interior y declaró: «En verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me entregará.»



La tristeza de la pena y la traición invade el corazón de Jesús, y nuestra pregunta de porque esto no se puede detener, sus discípulos quieren acercarse a Jesús y consolarlo, como si todo lo que anuncia no tuviera que pasar, Pedro le dice «Señor, ¿a dónde vas?» Jesús le respondió: «Adonde yo voy no puedes seguirme ahora; me seguirás más tarde.»

Pedro quiere mostrar su apoyo a Jesús, pero este le frena, para que comprenda la voluntad de Dios y cuál es la condición humana, de debilidad y de temor. Es más le dice que antes de que cante el gallo él le negara tres veces. Jesús conoce el corazón del hombre pero aun así se abraza a la voluntad del Padre, se abraza al misterio de la cruz.

Javier Abad Chismol


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