REFLEXIÓN PARA EL 16 DE MARZO DE 2020, LUNES DE LA III SEMANA DE CUARESMA


NECESITAMOS TENER FE PARA

 QUE EL SEÑOR NOS CURE


En este día de Cuaresma se nos propone tener confianza, una confianza que resulta muy difícil en tiempos de adversidad, de incertidumbre, de temor, las lecturas nos hablan de Naamán, el sirio, un hombre bueno y poderoso pero estaba enfermo de lepra, ¿Quién le podría curar? Acudió al profeta Eliseo para que quedara curado, confiaba en el Dios de Israel que podría curar esa enfermedad destructiva y contagiosa.

Elíseo envió un mensajero a decirle: «Vete y lávate siete veces en el Jordán y tu carne se te volverá limpia.»



Naamán hizo caso a regañadientes de las palabras del profeta porque le parecía poca cosa, quería algo más llamativo, invocaciones y grandes palabra a Dios, pero aun así lo hizo y descubrió la fuerza de Dios y se curó tras cumplir lo que le pidió el profeta y afirmó: «Ahora conozco bien que no hay en toda la tierra otro Dios que el de Israel. Así pues, recibe un presente de tu siervo.»

Jesús hablaba de que nos faltaba la fe suficiente para confiar, que incluso cuando uno se dirigía a su gente, a su entorno, no se les tenía en consideración con esa frase tan conocida de: «En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria.»

Nos recordó cuando en tiempos de Elias hubo una gran hambruna y habiendo muchas viudas y fue enviada a una viuda de Sarepta de Sidón, y también muchos leprosos en Israel en tiempos del profeta Elías y se purificó a Naamán, el sirio.

Todos se ofendían de las palabras de Jesús porque estaban llenas de verdad y de fuerza, que en este tiempo de dificultad de incertidumbre podamos tener fe y confianza, poniendo nuestro corazón en la fuerza de Dios.

Javier Abad Chismol

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