NECESITAMOS TENER FE
PARA
QUE EL SEÑOR NOS CURE
En este día
de Cuaresma se nos propone tener confianza, una confianza que resulta muy difícil
en tiempos de adversidad, de incertidumbre, de temor, las lecturas nos hablan
de Naamán, el sirio, un hombre bueno y poderoso pero estaba enfermo de lepra, ¿Quién
le podría curar? Acudió al profeta Eliseo para que quedara curado, confiaba en
el Dios de Israel que podría curar esa enfermedad destructiva y contagiosa.
Elíseo envió
un mensajero a decirle: «Vete y lávate
siete veces en el Jordán y tu carne se te volverá limpia.»
Naamán hizo
caso a regañadientes de las palabras del profeta porque le parecía poca cosa,
quería algo más llamativo, invocaciones y grandes palabra a Dios, pero aun así
lo hizo y descubrió la fuerza de Dios y se curó tras cumplir lo que le pidió el
profeta y afirmó: «Ahora conozco bien que
no hay en toda la tierra otro Dios que el de Israel. Así pues, recibe un
presente de tu siervo.»
Jesús
hablaba de que nos faltaba la fe suficiente para confiar, que incluso cuando
uno se dirigía a su gente, a su entorno, no se les tenía en consideración con
esa frase tan conocida de: «En verdad os
digo que ningún profeta es bien recibido en su patria.»
Nos recordó cuando
en tiempos de Elias hubo una gran hambruna y habiendo muchas viudas y fue
enviada a una viuda de Sarepta de Sidón, y también muchos leprosos en Israel en
tiempos del profeta Elías y se purificó a Naamán, el sirio.
Todos se
ofendían de las palabras de Jesús porque estaban llenas de verdad y de fuerza,
que en este tiempo de dificultad de incertidumbre podamos tener fe y confianza,
poniendo nuestro corazón en la fuerza de Dios.
Javier Abad
Chismol
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