El Pueblo de Dios, la humanidad tiene tendencia a apartarse
del camino, de ahí las contiendas, los conflictos y todo lo que aleja de la
línea del bien. En nuestro mundo habita la mentira, el disfraz de la maldad por
bondad, se nos quiere convencer de que hay muchas cosas que siendo malas son
buenas, es decir, nos desviamos del orden natural de las cosas creadas por
Dios.
El Éxodo nos habla hoy de esto, de la petición de Yahveh a Moisés
y dijo: « ¡Anda, baja! Porque tu pueblo,
el que sacaste de la tierra de Egipto, ha pecado. Bien pronto se han apartado
el camino que yo les había prescrito. Se han hecho un becerro fundido y se han
postrado ante él; le han ofrecido sacrificios y han dicho: "Este es tu
Dios, Israel, el que te ha sacado de la tierra de Egipto."»
Dios le dice que es un pueblo de dura cerviz, es decir,
quiere vivir al margen de Dios, quiere vivir por sí mismo, siendo el que decide
que es lo bueno y malo, que está bien y que está mal, hasta que llega una
calamidad, una guerra, una enfermedad, la hambruna. Es entonces cuando el
hombre cae en la cuenta de que se ha alejado de Dios que es lo mismo que
alejarse de la verdad, alejarse de Dios nos lleva a vivir en un mundo
superficial que nos lleva al caos y al desorden, y por eso hay que volver a
clamar a Dios, a la verdad. Yahveh es misericordioso y nunca abandona a su
pueblo por grave que sea su pecado o su infidelidad.
Cuesta reconocer la voz de Dios, en el Evangelio escuchamos a
Jesús hablar de la incredulidad a la Escritura y a sus palabras, es decir,
cuando lo que se trasmite no va acorde con el estilo de vida o con lo que se
hace, entonces se sesga la información, y se es selectivo, de ahí viene la hipocresía
de aquel que dice ser religioso, que acaba siendo hipócrita porque en apariencia
es creyente pero no en acto, porque sesga el Evangelio en aquello que le
incomoda o no le interesa.
Jesús afirmo: “Si yo
diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no sería válido”. Jesús
recuerda la historia de la salvación, habla del testimonio de los profetas, también
de las Escrituras y como el Pueblo de Dios se ha resistido en muchas ocasiones
a la voluntad de Dios. Hoy reflexionemos para confiar, creer y sobretodo
dejarnos hacer por Dios, no sesguemos, no manipulemos y abracémonos a la
verdad, esa será nuestra fortaleza.
Javier Abad Chismol
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