PONER A DIOS SIEMPRE EN
PRIMER
LUGAR
El Mandamiento fundamental de la Ley de Dios es el amor al Señor
por encima de todas las cosas, algo que se nos olvida con demasiada facilidad,
poniendo en primer lugar nuestras cosas, nuestras necesidades o inquietudes,
manifestando de esta manera que no nos acabamos de fiar del todo de Dios, como
vemos es una cuestión de fe, de confianza y tan bien por supuesto de
obediencia.
Si tenemos confianza plena en el Señor nos daremos cuenta que
la voluntad de Dios para con nosotros es realmente lo que nos conviene aunque
no lleguemos a entender ni comprender muchas de las situaciones que pasan en
nuestra vida y a nuestro alrededor.
Tenemos que ser libres, huir de la esclavitud del pecado, de
lo que nos oprime, muchas veces nos sentimos desconcertados, ¿puede la voluntad
de Dios llevarnos a la libertad? Es difícil pero sí, la renuncia debe llevar a
la libertad, a romper las cadenas de lo que nos oprime, muchas veces sin
saberlo. La libertad es el amor, es vencer las pasiones, es ser capaz de no
mirar atrás, y estar ensoñando lo que pudo ser y no fue, o recriminar a Dios la
culpa de lo que no me agrada en la vida.
Tenemos que ser conducidos por el Espíritu Santo y la Gracia,
para que nos conduzca por la senda de la verdad, y huir de todo afecto
desordenado, siendo siempre capaces de mirar hacia delante sin volver la vista
atrás.
A Jesús a sus discípulos no los escuchaban en muchos lugares
¿era que el mensaje no era válido? ¿Había que cambiarlo para agradar? Es la
gran tentación, devaluar la ley, el mensaje, adaptándolo al mundo y así ser
aceptado. Pero Jesús afirma que Él es el que es, no hay otro, por lo tanto no
hay atajos, el seguimiento de Jesús no es fácil.
Por eso cuando algunos afirmaban a Jesús que irían donde él
fuera, les recuerda la dificultad de la misión, y que no por cumplir la
voluntad de Dios todo iba ser fácil, sino al contrario que aumentaría la
dificultad.
Alguno quería seguir a Jesús pero le pidió primero que quería
enterrar a sus muertos, rematar su vida pasada, pero realmente no hay vuelta
atrás ni medias tintas, el Sí al Señor deber ser fuerte y contundente. Las palabras
de Jesús son contundentes: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia
atrás es apto para el Reino de Dios.»
Javier Abad Chismol
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