Celebramos estos días la venida de nuestro Señor Jesucristo,
los Reyes Magos nos visitan un año más, vienen a nuestras casas, aunque les
haya salido un claro competidor, ese señor de la barba blanca y con los colores
de la coca-cola, ese llamado santa Claus, que es realmente san Nicolas, Papa
Noel, ese que se adelanta siempre a nuestros queridos y tradicionales Reyes
Magos, que aunque hoy sea una fiesta pagana sí que parte de la bondad de un
obispo por ayudar a los más pequeños.
Nos ha pasado como con el belén y el árbol de Navidad, lo
profano y pagano quieren suplir a lo verdadero o transformarlo, es lo que
llamamos la secularización de las fiestas, todo provocado por motivaciones muy
claras, una de ellas es la ideológica, es ir en contra de lo religioso, no
porque se ataque directamente sino porque se ningunea, de las tradiciones
católicas y populares de toda la vida se busca su utilización para otros fines,
es un montaje social y comercial que muchos no están dispuesto a perder, las
empresas que giran en torno a la Navidad no pueden dejar pasar esa oportunidad
única en el año de hacer caja.
Ahora especialmente les ha tocado a los niños, a los
juguetes, y por supuesto también a todos los mayores, es momento de regalos,
sorpresas e ilusiones. Tenemos que vivir la festividad de Reyes con una
predisposición correcta, en donde nos remontemos al sentido de esta fecha tan
entrañable para toda la familia y sobretodo la noche mágica para los pequeños.
Vayamos al sentido originario, el verdadero sentido del día
de Reyes, llamado realmente “La Epifanía del Señor”, que significa la
manifestación del Señor a todos los pueblos, a la humanidad entera, un día que
es la proclamación de la Buena Noticia a todos los hombres de todas las épocas
y lugares. Eso es lo que representa el día de Reyes, ellos siguieron la
estrella, la luz les guio y les llevó a Belén, a ese pobre portal. Todos unos
reyes, representación de todos los continentes y de todas las culturas le
visitan, es el mensaje de amor y de fraternidad para todos.
De esta manera, de nuevo, dos mil años después vienen a
visitarnos a nuestras casas los Reyes Magos, al igual que fueron a adorar al
niño, a hacerle una ofrenda y postrarse ante él, como símbolo claro y evidente
de que habían reconocido en este niño pobre, acostado en un pesebre en una
cuadra, al Hijo de Dios, por eso es la Epifanía del Señor, porque Jesús a
venido al mundo y los Reyes lo han reconocido guiados por la estrella. Han
llegado hasta él a pesar del interés de Herodes porque muera el Hijo de Dios.
Como vemos incluso antes de nacer ya lo querían matar y
eliminar. Igual pasa también en nuestros días, muchos son los que quieren
eliminar esta manifestación de Dios, quitar los belenes de la escuela, quitar
los festivales, sustituir a los Reyes por papa Noel, muchos siguen haciendo el
papel de Herodes, matando todo testimonio visible de que Dios ha venido al
mundo.
Esa actitud de eliminar a Dios como sea, a su manifestación,
haciendo apología de lo pagano y de lo no confesional la religión y ser
creyente parece pasado de moda y hay un ataque a la cultura y a las tradiciones
cristianas. Hoy, ellos quieren abanderar la causa de Herodes, hoy se sienten
identificados con sus fines macabros, es decir, eliminar la Epifanía, la manifestación
de Dios a todos los hombres. Pero a pesar de su poder, Herodes no pudo con la
voluntad de Dios, Él es más grande que la maldad y el sentimiento de eliminar a
Jesús de nuestra vida, de nuestras ciudades y de nuestras casas. Este año
también vendrán los reyes a visitarnos y por supuesto también a aquellos que no
dejan que entren, ellos seguirán viniendo siempre, porque la estrella de los
Reyes no se agota y no se cansa.
Es la estrella de la mañana, la que nos da la verdadera luz
para poder reconocer al Señor, como lo hicieron los Reyes Magos cuando se
postraron y dieron sus regalos al niño que era una señal clara de que nos ha
nacido un salvador que ha venido a dar la luz al mundo.
Le trajeron oro, como proclamación de su reinado, el reina
sobre todos los hombres, con un reinado basado en el amor y la entrega, un rey
que nace en un pesebre y no en un palacio, un rey que quiere y ama a los más
pobres y necesitados y por eso fue solidario con ellos, naciendo pobremente y
no como un rey terrenal; mirra, para que viéramos que era hombre, que se había
hecho uno de nosotros, que no era un Dios que iba gobernar desde su trono,
siendo un Dios lejano, ¿qué más cercano y frágil que un niño recién nacido
indefenso?;incienso que es la manifestación de Dios, su perfume, que cuando lo
encendemos sube hasta el cielo, es el símbolo de la oración que va desde los
hombres al Señor, la plegaria que llega a alcanzar un Dios cercano.
En este día no le debe faltar a nadie un regalo,
especialmente a ningún niño, como testimonio claro del amor de Dios a todos los
hombres, un amor que es universal, que es hasta para todos aquellos que
reniegan de él y de su mensaje de salvación. Tenemos que reconocer esa estrella
de los Reyes que nos lleva al Señor. Es también un momento de buenos propósitos
y peticiones para este nuevo año que estamos estrenando, un año que debe ser,
si es posible, mejor que el anterior. Un año más tranquilo en muchos aspectos y
de desearnos que todo sea más acorde a como nos pide este niño Jesús nacido en un
pesebre; él que es mensajero de paz, nos traiga la concordia para todos.
Pidamos por todos los que le persiguen porque no quieren
saber nada de Dios, de la religión y de la Iglesia, porque si lo hacen es por
lo mismo que le ocurrió a Herodes, por ignorancia de no haber encontrado la
estrella de los Reyes, de la Epifanía, de la manifestación del Señor a todos
los hombres.
Javier Abad Chismol
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