Final del año Litúrgico
Terminamos el año litúrgico, estamos a las puertas del
adviento, de la preparación a la venida del Señor. Hacemos resumen de toda
nuestra fe, de nuestra creencia, y colocamos a Jesucristo como Rey del
Universo, llevamos a plenitud el mandamiento máximo del amor a Dios sobre todas
las cosas, hoy proclamamos nuestro teocentrismo, nuestra afirmación de que
Cristo es el centro de todo.
Hoy debemos salir de nuestro relativismo, de nuestro
antropocentrismo, del gran engaño de la humanidad que quiere eliminar a Cristo
para colocar al hombre, y si no lo elimina lo pone en un lugar marginal, ya no
hay responsabilidad con la fe, ya no importa el primer mandamiento, ni el tomar
el nombre de Dios en vano, ni tan siquiera desplazarlo, hoy no se santifican
las fiestas, hoy Jesús se convierte en un títere que se saca en la función
cuando mi escenario me lo requiere.
Debemos reconocer a Jesús como rey, un rey con gobierno y con
potestad y no un puro adorno temporal y circunstancial, hoy escuchamos como
David es elegido como pastor de Israel, es la imagen del buen pastor que guía a
las ovejas y que estas reconocen su voz y le siguen. Vayamos alegres a la casa
del Señor, a su encuentro, como la entrada triunfante en Jerusalén, Dios es rey
y debe ser proclamado y reconocido como tal.
Hoy tenemos la llamada a incorporarnos a su reino en la
tierra, a formar parte de su reinado que es la Iglesia, nosotros somos el
cuerpo y él es la cabeza que rige y gobierna hasta el final de los tiempos.
Hoy Cristo nos llama desde la cruz que es su trono, desde un
Reino que no es de este mundo, hoy se manifiesta la victoria y el triunfo del
único que es el verdadero Rey del Universo.
Javier Abad Chismol
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