DIOS CURA Y SALVA
Decid a los cobardes, “Animo no temáis”, nos trasmite el
Profeta Isaías, nos dice que estemos en pie y alerta, que no nos desmoralicemos
a pesar de la dificultad o del abandono aparente de Dios, que sepamos
sobrepasar las limitaciones de nuestra condición humana, porque el Señor hará
que venzamos y que superemos a nuestro enemigo.
Se despegaran los ojos de los ciegos, los oídos del sordo se
abrirán, brincara el cojo, la lengua del mudo hablará, habrá agua en el
desierto, en definitiva Dios viene a dar una nueva vitalidad a la humanidad, a
superar los miedos y des mascarar al enemigo.
Cuando estamos lejos del Señor somos como tierra reseca,
como en el desierto, somos ciegos porque no vemos la verdad, porque no vemos al
Señor, cojos porque no caminamos, porque no avanzamos en nuestra vida, porque
andamos perdidos e impasibles, y mudos porque no hablamos de la verdad, porque
callamos sumergidos en nuestra propia mentira.
Y ver, es mirar con
los ojos de la fe, del cariño del amor, y para ello tenemos que romper los
prejuicios humanos, aprender a pensar como Dios, no como los hombres, valorando
lo que el Padre valora, que es el amor a los pobres, a los necesitados, a los
cojos, a los ciegos, a los que tienen hambre y sed, a los que están perdidos
por el desierto de la vida. Escojamos la pobreza y la misericordia de Dios,
hagámonos pobres y seremos ricos, y convirtiéndonos en transmisores del
Evangelio, de la verdad plena que nos conduce a la libertad, que rompe las
cadenas que nos esclavizan y que nos convierte en tullidos inertes que pueden
avanzar.
No nos creamos nunca mejor que los demás, sintámonos pobres
y necesitados de Dios, así seremos
personas plenas. Jesús se acerca a nosotros, aquí y ahora toca nuestros oídos y
nuestros labios, nos dice; “Effatha” (que significa ábrete), se nos capacita
para recibir su Palabra, para escucharla para luego poder proclamarla y
trasmitirla a todos nuestros hermanos.
Javier Abad Chismol
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