DOMINGO XXIII DEL TIEMPO ORDINARIO (B-2018)


DIOS CURA Y SALVA


Decid a los cobardes, “Animo no temáis”, nos trasmite el Profeta Isaías, nos dice que estemos en pie y alerta, que no nos desmoralicemos a pesar de la dificultad o del abandono aparente de Dios, que sepamos sobrepasar las limitaciones de nuestra condición humana, porque el Señor hará que venzamos y que superemos a nuestro enemigo.

Se despegaran los ojos de los ciegos, los oídos del sordo se abrirán, brincara el cojo, la lengua del mudo hablará, habrá agua en el desierto, en definitiva Dios viene a dar una nueva vitalidad a la humanidad, a superar los miedos y des mascarar al enemigo.

Cuando estamos lejos del Señor somos como tierra reseca, como en el desierto, somos ciegos porque no vemos la verdad, porque no vemos al Señor, cojos porque no caminamos, porque no avanzamos en nuestra vida, porque andamos perdidos e impasibles, y mudos porque no hablamos de la verdad, porque callamos sumergidos en nuestra propia mentira.

 Y ver, es mirar con los ojos de la fe, del cariño del amor, y para ello tenemos que romper los prejuicios humanos, aprender a pensar como Dios, no como los hombres, valorando lo que el Padre valora, que es el amor a los pobres, a los necesitados, a los cojos, a los ciegos, a los que tienen hambre y sed, a los que están perdidos por el desierto de la vida. Escojamos la pobreza y la misericordia de Dios, hagámonos pobres y seremos ricos, y convirtiéndonos en transmisores del Evangelio, de la verdad plena que nos conduce a la libertad, que rompe las cadenas que nos esclavizan y que nos convierte en tullidos inertes que pueden avanzar.



No nos creamos nunca mejor que los demás, sintámonos pobres y necesitados de Dios,  así seremos personas plenas. Jesús se acerca a nosotros, aquí y ahora toca nuestros oídos y nuestros labios, nos dice; “Effatha” (que significa ábrete), se nos capacita para recibir su Palabra, para escucharla para luego poder proclamarla y trasmitirla a todos nuestros hermanos.

Javier Abad Chismol

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