Domingo XIII del Tiempo Ordinario Ciclo B


DIOS CREA AL HOMBRE POR AMOR


Dios no hizo la muerte, ni se complace destruyendo a los vivos, pero entonces, ¿Por qué existe el mal, el pecado? ¿Quiere Dios el pecado? Pues bien, Dios creo todo por amor, y como dice el libro de la Sabiduría, hay armonía en todo lo creado, la creación no está defectuosa, por lo tanto no hay veneno de muerte, ni el abismo reina en la tierra.

Por ello afirmamos que la justicia es inmortal, porque somos criatura de Dios, a su imagen y semejanza, y por lo tanto llamados a trascender nuestro cuerpo mortal, es una llamada plena a la vida eterna. Entonces ¿Por qué el mal? El mal se produjo por la envidia del diablo y por allí entró la muerte en el mundo.

¿Cómo vencemos al mal? En primer lugar poniendo a Dios en el lugar que le corresponde, venciendo la tentación de ser como dios o de sobrepasarle, que es la gran debilidad del ser humano, creerse fuerte y capaz de superar al creador y jugar a ser su dios. Para ello la caridad debe habitar en plenitud en nuestro corazón, porque si así lo hacemos, venceremos la soberbia, y seremos humildes reconociendo nuestra debilidad, y sintiéndonos amados por Dios en nuestra pobreza, poder ser así caritativos con los demás.

Jesucristo siendo rico se hizo pobre, siendo Dios se hizo uno como nosotros, pudiendo esquivar el sufrimiento, la persecución, la injusticia, el sufrimiento y la muerte, no lo hizo, y se entregó por puro amor a todos nosotros, buscando la igualdad y el servicio.

Jesús obra milagros si le dejamos que actúe, como el jefe de la Sinagoga, Jairo, que fue a buscar a Jesús convencido que podía curar a su niña que estaba muy enferma, que si le impusiera las manos, esta quedaría curada, quedaría sana, demostrando así su fe.

Todos decían que ya no había nada que hacer, que estaba muerta, pero Jesús dijo que estaba dormida, le toco la mano se dirigió a ella diciendo: «Contigo hablo, niña, levántate». Todos quedaron asombrados por el poder de Jesús.

Hoy también se acerca a nosotros y nos toca la mano, basta que tengamos fe de creer en el poder de Dios, que viene a curarnos y a sanarnos, que ha venido no a condenarnos, ha venido a salvarnos.

Javier Abad Chismol

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