VIII Domingo Ordinario A

EL SEÑOR NO NOS OLVIDA



Caminamos por nuestra vida muchas veces desorientados, vamos errantes por una existencia que muchas veces no acabamos de comprender el sentido que tiene, incluso en nuestro corazón experimentamos el dolor de la aparente ausencia de Dios. Cuando nos sentimos invadidos por el mal y el por el pecado, cuando en la vida recibimos el mal por el bien que hacemos, cuando las intenciones se pervierten por la envidia y la ambición humana, es entonces cuando nos volvemos a preguntar, ¿Dónde está Dios?

El Señor no nos olvida y solo en él puede descansar nuestra alma, solo él puede darnos la paz del descanso en lo más profundo de nuestro ser, viene para salvarnos, y viene también a romper la lógica del mundo, la sabiduría humana pervertida por el pecado del hombre que pretende hacerlo todo eliminando a su Creador. Por ello Pablo se siente libre para actuar y manifestar el sentido de la Buena Nueva de Jesús, porque no le importa los juicios de los hombres, de la leyes perversas y de la mentira, siente la obligación se sentirse solo juzgado por Dios, y por lo tanto puede haber una condena de los hombres, de las leyes de los hombres, del poder, pero la redención de la verdad, no olvidemos nunca que Jesús fue condenado y ajusticiado por el mundo, por el poder civil, el religioso y el populismo.

Los designios del Señor se nos serán revelados a su tiempo, aunque sobrepase todo lo que nosotros creemos, para que así venza nuestros miedos y nuestros temores, especialmente cuando al definirnos y manifestar nuestra coherencia nos pueden surgir los temores de la incertidumbre, hoy se nos propone a que nos descansemos en los brazos del Señor, a que seamos capaces de querer y amar el Señor, y es más, incluso que seamos de saltar al vacío si fuera necesario.

Busquemos primero el Reino de Dios y su justicia, así no quedaremos seducidos por el mundo, por relativismo y lo práctico, es vivir en el mundo pero con los ojos puestos en el Señor.

Javier Abad Chismol

Primera lectura
Isaías 49:14-15
14 Pero dice Sión: «Yahveh me ha abandonado, el Señor me ha olvidado.»
15 - ¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ésas llegasen a olvidar, yo no te olvido.
Salmo responsorial
Salmo 62:2-3, 6-9
2 En Dios sólo el descanso de mi alma, de él viene mi salvación;
3 sólo él mi roca, mi salvación, mi ciudadela, no he de vacilar.
6 En Dios sólo descansa, oh alma mía, de él viene mi esperanza;
7 sólo él mi roca, mi salvación, mi ciudadela, no he de vacilar;
8 en Dios mi salvación y mi gloria, la roca de mi fuerza. En Dios mi refugio;
9 confiad en él, oh pueblo, en todo tiempo; derramad ante él vuestro corazón, ¡Dios es nuestro refugio!
Segunda lectura
I Corintios 4:1-5
1 Por tanto, que nos tengan los hombres por servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios.
2 Ahora bien, lo que en fin de cuentas se exige de los administradores es que sean fieles.
3 Aunque a mí lo que menos me importa es ser juzgado por vosotros o por un tribunal humano. ¡Ni siquiera me juzgo a mí mismo!
4 Cierto que mi conciencia nada me reprocha; mas no por eso quedo justificado. Mi juez es el Señor.
5 Así que, no juzguéis nada antes de tiempo hasta que venga el Señor. El iluminará los secretos de las tinieblas y pondrá de manifiesto los designios de los corazones. Entonces recibirá cada cual del Señor la alabanza que le corresponda.
Evangelio
Mateo 6:24-34
24 Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero.
25 «Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
26 Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas?
27 Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida?
28 Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan.
29 Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos.
30 Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe?
31 No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos?
32 Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso.
33 Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura.
34 Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propio mal.

               
               
               
               

                

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