VII Domingo Ordinario A

AMAD A VUESTROS

 ENEMIGOS



El Señor nos invita a amar a nuestro prójimo, a aquellos que tenemos a nuestro lado, a las personas, que no por casualidad están próximos, los cristianos no creemos en la casualidad, ni en la suerte, es el convencimiento de que Dios interviene en nuestras vidas, a través de lo que llamamos la divina providencia.
Amar a los  demás no es fácil, lo es ya de por sí aunque sea nuestra familia, o nuestros amigos, pues todavía es mucho más difícil amar a aquellas personas que no nos quieren bien, que nos hacen daño de una manera u otra, es más, podríamos decir que no es posible por nuestras fuerzas, porque lo que nace al ser humano al sentirse atacado es la revancha y la venganza.
Curarnos del rencor es una gracia de Dios que da a sus hijos en gratuidad, es saber perdonar, es la misma capacidad que reciben los mártires en la Iglesia que saben perdonar a sus verdugos, se cumplen las palabras de Jesús en la cruz; "Perdónales porque no saben lo que hacen".
El perdón es dos de Dios, es la sabiduría de Dios frente a la de los hombres, la de Dios nos da la paz, la otra en ausencia de Dios, nos lleva a la disputa, al enfrentamiento e incluso a la guerra.
Aquel que busca la violencia, o que quiere imponer su pensamiento, o que carece de respeto a los demás, es necio a los ojos de Dios.
hay que respetar los tiempos en humildad y en justicia, algunos pueden pensar que entonces el cristiano tiene que ceder a todo, y eso tampoco es cierto, es ser firme en la paz y en justicia, y eso puede llevar a la persecución por no adaptarse a lo que pide el mundo, por esa razón los cristianos han sido perseguidos en distintas épocas, atacando por este motivo la gran labor social y espiritual que a lo largo de la historia ha realizado la Iglesia.
Estamos llamados a una perfección ante los ojos de Dios, no ante los ojos de los hombres y del mundo.


Lecturas del día:

  • Primera lectura

    Levítico 19:1-2, 17-18
    1 Habló Yahveh a Moisés, diciendo:
    2 Habla a toda la comunidad de los israelitas y diles: Sed santos, porque yo, Yahveh, vuestro Dios, soy santo.
    17 No odies en tu corazón a tu hermano, pero corrige a tu prójimo, para que no te cargues con pecado por su causa.
    18 No te vengarás ni guardarás rencor contre los hijos de tu pueblo. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo, Yahveh.
  • Salmo responsorial

    Salmo 103:1-4, 8, 10, 12-13
    1 De David. Bendice a Yahveh, alma mía, del fondo de mi ser, su santo nombre,
    2 bendice a Yahveh, alma mía, no olvides sus muchos beneficios.
    3 El, que todas tus culpas perdona, que cura todas tus dolencias,
    4 rescata tu vida de la fosa, te corona de amor y de ternura,
    8 Clemente y compasivo es Yahveh, tardo a la cólera y lleno de amor;
    10 no nos trata según nuestros pecados ni nos paga conforme a nuestras culpas.
    12 tan lejos como está el oriente del ocaso aleja él de nosotros nuestras rebeldías.
    13 Cual la ternura de un padre para con sus hijos, así de tierno es Yahveh para quienes le temen;
  • Segunda lectura

    I Corintios 3:16-23
    16 ¿No sabéis que sois santuario de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?
    17 Si alguno destruye el santuario de Dios, Dios le destruirá a él; porque el santuario de Dios es sagrado, y vosotros sois ese santuario.
    18 ¡Nadie se engañe! Si alguno entre vosotros se cree sabio según este mundo, hágase necio, para llegar a ser sabio;
    19 pues la sabiduría de este mundo es necedad a los ojos de Dios. En efecto, dice la Escritura: El que prende a los sabios en su propia astucia.
    20 Y también: El Señor conoce cuán vanos son los pensamientos de los sabios.
    21 Así que, no se gloríe nadie en los hombres, pues todo es vuestro:
    22 ya sea Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, el presente, el futuro, todo es vuestro;
    23 y vosotros, de Cristo y Cristo de Dios.
  • Evangelio

    Mateo 5:38-48
    38 «Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente.
    39 Pues yo os digo: no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra:
    40 al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto;
    41 y al que te obligue a andar una milla vete con él dos.
    42 A quien te pida da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda.
    43 «Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo.
    44 Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan,
    45 para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos.
    46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos?
    47 Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles?
    48 Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.

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