SENCILLEZ Y HUMILDAD
EL QUE SE HUMILLA SERÁ ENALTECIDO
Los libros de la Sabiduría nos enseñan a saber vivir y
saborear la vida, a vivir la y no a malgastarla, vivir vida no es consumir vida.
Nuestra existencia es tan efímera que parece una vela que se consume sin
remedio.
Que nuestra vida esté llena a manos plenas de cosas que
valgan la pena, que sintamos de corazón que nuestra vida tiene sentido y para
ello tenemos que aprender a vivir desde la sabiduría de Dios y no de los
hombres.
El orgullo y la autosuficiencia es lo que pierde al hombre,
lo que le hace sentirse como un dios,
así como el afán el poder de dominación sobre los bienes de la tierra y sobre
las otras personas, eso es lo que esclaviza al hombre y le hace ser necio. Esa
no es la actitud para entrar en el Reino de los cielos, ese es el camino que
nos lleva a las tinieblas y al pecado de la soberbia.
El humilde en cambio busca el agrado ante Dios en su vida y
la opinión de los hombres y el mundo se quedan en un segundo plano.
Dios abre las puertas de la ciudad de Jerusalén a los pobres
y humildes de corazón, es decir, aquellos que se sienten necesitados de Dios,
que en su pequeñez ven la grandiosidad de Dios, es la familiaridad que Él nos
ofrece.
Cuando se nos invite a la boda no debemos ponernos en los
lugares preferentes, no sea que haya un invitado más importante que nosotros y
nos hagan levantarnos y quedemos en ridículo delante de todos.
Aceptad la voluntad de Dios con humildad y sencillez, no
haciendo lo que a mí me agrada sino lo que agrada al Padre del cielo. Buscar la
misión encomendada por Dios es aceptar el puesto que tenemos reservado en la
vida, sabiendo que nuestros caminos no son sus caminos y que los que quieran
ser primeros que se pongan los últimos, que sea el Señor el que te ponga en los
puestos de arriba y así sabrás que es el Señor es el que actúa y no tu propio
ego.
Aprendamos la gran lección de la humildad y el servicio y
descubriremos lo que es estar cerca del Reino de Dios.
Javier Abad Chismol
Lecturas del día
Primera lectura
Eclesiástico 3:17-18,
20, 28-29
17 Haz, hijo, tus obras con dulzura, así serás amado por el
acepto a Dios.
18 Cuanto más grande seas, más debes humillarte, y ante el
Señor hallarás gracia.
20 Pues grande es el poderío del Señor, y por los humildes es
glorificado.
28 Para la adversidad del orgulloso no hay remedio, pues la
planta del mal ha echado en él raíces.
29 El corazón del prudente medita los enigmas. un oído que le
escuche es el anhelo del sabio.
Salmo responsorial
Salmo 68:4-7, 10-11
4 Mas los justos se alegran y exultan ante la faz de Dios, y
saltan de alegría.
5 Cantad a Dios, salmodiad a su nombre, abrid paso al que
cabalga en las nubes, alegraos en Yahveh, exultad ante su rostro.
6 Padre de los huérfanos y tutor de las viudas es Dios en su
santa morada;
7 Dios da a los desvalidos el cobijo de una casa, abre a los
cautivos la puerta de la dicha, mas los rebeldes quedan en un suelo ardiente.
10 Tú derramaste, oh Dios, una lluvia de larguezas, a tu
heredad extenuada, tú la reanimaste;
11 tu grey halló una morada, aquella que en tu bondad, oh
Dios, al desdichado preparabas.
Segunda lectura
Hebreos 12:18-19, 22-24
18 No os habéis acercado a una realidad sensible: fuego
ardiente, oscuridad, tinieblas, huracán,
19 sonido de trompeta y a un ruido de palabras tal, que
suplicaron los que lo oyeron no se les hablara más.
22 Vosotros, en cambio, os habéis acercado al monte Sión, a
la ciudad de Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a miríadas de ángeles,
reunión solemne
23 y asamblea de los primogénitos inscritos en los cielos, y
a Dios, juez universal, y a los espíritus de los justos llegados ya a su
consumación,
24 y a Jesús, mediador de una nueva Alianza, y a la aspersión
purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel.
EVANGELIO
Lucas 14:1, 7-14
1 Y sucedió que, habiendo ido en sábado a casa de uno de los
jefes de los fariseos para comer, ellos le estaban observando.
7 Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos,
les dijo una parábola:
8 «Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas
en el primer puesto, no sea que haya sido convidado por él otro más distinguido
que tú,
9 y viniendo el que os convidó a ti y a él, te diga:
"Deja el sitio a éste", y entonces vayas a ocupar avergonzado el
último puesto.
10 Al contrario, cuando seas convidado, vete a sentarte en el
último puesto, de manera que, cuando venga el que te convidó, te diga:
"Amigo, sube más arriba." Y esto será un honor para ti delante de
todos los que estén contigo a la mesa.
11 Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se
humille, será ensalzado.»
12 Dijo también al que le había invitado: «Cuando des una
comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus
parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y
tengas ya tu recompensa.
13 Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los
lisiados, a los cojos, a los ciegos;
14 y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se
te recompensará en la resurrección de los justos.»
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