ES UN PUEBLO REBELDE
El profeta Ezequiel es un enviado a proclamar la voluntad de Dios, y
lo tiene que hacer en un ambiente hostil y difícil, la gente no quiere escuchar
la voz de Dios y menos la denuncia de sus actos. El hombre aunque peque no
quiere reconocer su pecado, por eso es fundamental la humildad y la llamada a
la conversión.
Ezequiel viene a decir a pueblo que han pervertido la fe y la
creencia, algo que también ocurre en
nuestros días, nos fabricamos un dios que no es Dios, pero que se acomoda a
nuestro estilo de vida. La voz de Dios clama al Pueblo por medio del profeta,
escuchemos la voz de Dios, no rechacemos a los enviados, que son los que nos
llaman de una manera continua a la renovación de nuestra fe y la actualización
de nuestra relación con Dios.
El Señor ha puesto nuestra debilidad como bandera, por eso
san Pablo presume de ellas, porque que son como un aguijón de Satanás, que no
me dejan llegar hasta Dios, pero precisamente ese aguijón me lleva a la
salvación y a reconocer quien es el Señor de todo y que nosotros somos pobres
siervos suyos que hacemos lo que tenemos que hacer con nuestra torpeza y
debilidad.
El Pueblo de Israel se niega a escuchar a Jesús, lo desprecia,
dicen; ¿Qué se habrá creído este? Este no es nadie, es un farsante, un
embaucador. Cuando el profeta habla, al igual que Ezequiel, el pueblo rebelde
lo quiere eliminar, no creen en Dios, creen en su dios, el fabricado por ellos,
aquel que acalla conciencias, pero nos son más que “baales” de su ego, de su
soberbia, es la manipulación y la perversión de la divinidad.
Que el Señor nos ayude a ser dóciles a su voluntad, a pesar
del aguijón del demonio y de la persecución, y abrazar al Señor es abrazar la
cruz.
Javier Abad Chismol
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