Reflexión Semanal
DAR A DIOS LO QUE ES
DIOS
El ser humano se empeña una y otra vez en buscar a dioses a
su medida, como si el único y verdadero Dios no fuera bastante. Es un acto de
soberbia en el que podemos caer todos, un acto que nos puede llevar a nuestra
propia aniquilación. Porque no aceptamos a Dios, porque queremos otra cosa,
porque nos creemos mejor que Él, y de esta manera nos empeñamos en decirle a
Dios como debe comportarse, como deben ser las cosas y por lo tanto nos
autoproclamamos dios al querer suplantarle o fabricar otro que se adapte a lo
que me conviene.
Hoy recibimos ese mandato de la misión del anuncio de poder
llevar un mensaje distinto a todos los hombres un mensaje de plenitud, de
salvación y de trascendencia.
San Pablo nos propone como gran virtud la perseverancia, el
continuar adelante en la misión a pesar de las dificultades y de los problemas,
es hora de saber afrontar la existencia con el don de la fe y de la esperanza. Se
nos puede llenar la boca de testimonio de Cristo, de amor, pero ante la
dificultad surge nuestras dudas, ¿si soy bueno, porque las cosas no siempre me
salen bien o como yo quiero? La fe no es una carta u hoja de ruta que nos deja
al margen de la condición humana. De ahí surgen aquellos enfados, de no
sentirnos apremiados por nuestra fidelidad. El Señor nos habla de vencer las
dificultades, de seguir adelante, de llegar a la meta que en ocasiones puede
ser el martirio.
Y por eso nos lleva a vivir en este mundo rompiendo la esclavitud
que nos ata a este mundo. Los judíos tientan a Jesús, le enseñan una moneda del
Cesar y le preguntan si es lícito pagar los impuestos. Él no contesta lo que
ellos quieren escuchar que no hay que pagar para decir que es un rebelde y así
poder condenarlo. Jesús nos invita a no caer en la trampa del mundo, y se nos
recuerda algo fundamental para el cristiano, y es que hay que obedecer antes a
Dios que a los hombres.
Javier Abad Chismol
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