¿QUIÉN
NOS DA LA VICTORIA?
La vida parece en
muchos casos un campo de batalla, una lucha en la que predominan unos
principios sobre otros, una batalla que también se sucede en nuestra propia
vida, pero; ¿será necesaria la lucha? Queremos paz, repetimos una y otra vez,
no queremos conflictos, y en cambio estos nos asaltan por un lado y por otro.
Es el ataque de los
Amalecitas al pueblo de Israel, es la orden de Moisés a Josué para luchar, para
defenderse, ¿Qué hizo Moisés mientras Josué
y sus hombres luchaban? Se fue a orar, y lo hizo levantando los brazos,
en cuanto los bajaba el Pueblo de Dios perdía en la batalla y cuando los volvía
a subir ganaban. Esa es la fuerza de la oración, esa es la fuerza si queremos
ganar todas las contiendas de nuestra vida, implorar al Señor para que se haga
su voluntad e implorar con fe para salir
victorioso en la lucha de la vida.
Queridos hermanos, perseveremos en lo que Dios nos ha
enseñado, seamos fieles a la Escritura, a la Tradición, al depósito de la fe
que hemos recibido desde niños, seamos buenos custodios del gran legado de
Dios, que el poder del mundo no lo destruya, nuestra fidelidad se ve siempre
reforzada por el infinito amor de Dios, porque esa es la verdadera arma que nos
llevara a la victoria, aunque sea una victoria de cruz.
Los poderes de este
mundo no temen a Dios porque lo suplantan, el que no tiene temor de Dios no
respeta a los hombres y por eso manipula a su interés. Pero cuando se le
insiste, y se persevera por la gracia de la fe y la constancia podemos alcanzar
la justicia, esa es la labor de los creyentes, luchar, perseverar sin importarnos
la fuerza del mal porque el Señor está con nosotros, como lo estuvo con Moisés
y con la viuda de la parábola que pedía justicia y al final se le concedió,
pidamos con fe y el Señor nos dará lo que necesitamos y saldremos victoriosos.
Javier Abad Chismol
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