LA FE SIN OBRAS ESTÁ
MUERTA
Semana XXIV del Tiempo
Ordinario (B-2012)
El Señor nos ánima a seguir adelante, a no desfallecer a
pesar de la dificultad y de la adversidad, nos abre oído como al sordo y nos
desvuelve la vista como al ciego, aprendemos y entendemos el precio de la
verdad y de la lucha por la libertad.
Por eso ofrecemos nuestras espalda a los golpes, aceptamos
los ultrajes y los insultos, estamos dispuestos a llegar hasta el final en esta
conquista, porque sabemos que la empresa en la que estamos no es nuestra,
estamos con el Señor, y él es nuestro abogado, nuestro alcázar, nuestro
defensor, por eso nos da igual la denuncia del mundo, del impío, del incrédulo,
de aquellos que piensan que a Dios se le puede burlar o incluso aniquilar, no
seremos decepcionados y por eso podemos hacer frente a los enemigos.
La coherencia, la trasparencia viene del Señor que nos
ilumina, el apóstol Santiago nos lo dice muy claro, no podemos amar a Dios y decir
que le queremos cuando nuestra vida está vacía de obras. Es una llamada a la
conquista de la verdad con nuestra propia vida si fuera incluso necesario. Es
vital construir un mundo más justo y solidario, ¿de que nos sirve la queja si
luego nos somos capaces de hacer nada? A veces nos contentamos con pensar y
decir que está todo muy mal, y nos quedamos tan solo con lamentaciones, y eso
nos hace estar inertes, quietos, como aquel que espera su final sin poder hacer
nada. Es como cuando vemos que las Iglesias, las parroquias se van vaciando, y
no hacemos nada para remediarlo. Tenemos que apostar por la Evangelización, por
la conquista de Cristo, que se vea a los cristianos por como viven, por lo que
hacen, que el que vea un cristiano vea a una persona animada, llena de esperanza
y con entusiasmo, el Señor no nos quiere quietos, no caigamos en la tentación
del demonio, en la impasividad y en la desmoralización.
Hoy el Señor nos pregunta a cada uno de nosotros ¿Quién dice
la gente que soy yo? ¿Qué pensamos nosotros? A veces no entendemos, no
comprendemos, vivimos engañados, nos ocurre como a Pedro que no quería
consentir el sufrimiento de Jesús, y el mismo Señor le dijo; ¡Apártate de mi
Satanás que piensas como los hombres! Estamos llamados a configurarnos con el
Señor, a mirar con los ojos de la fe y no con los ojos del mundo.
Seguir a Jesús es dejarlo todo, cargar con su cruz y estar
dispuesto perderlo todo, el que quiera salvar su vida la perderá, pero el que
la pierda por el Señor y la Buena Noticia, se salvará.
Javier Abad Chismol
Primera lectura |
Ofrecí la espalda a los que me apaleaban Lectura del libro de Isaías 50, 5-9a El Señor me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado. Tengo cerca a mi defensor, ¿quién pleiteará contra mí? Comparezcamos juntos. ¿Quién tiene algo contra mí? Que se me acerque. Mirad, el Señor me ayuda, ¿quién me condenará? Palabra de Dios. |
Salmo responsorial |
Sal 114, 1-2. 3-4. 5-6. 8-9 R. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida. Amo al Señor, porque escucha mi voz suplicante, porque inclina su oído hacia mí el día que lo invoco. R. Me envolvían redes de muerte, me alcanzaron los lazos del abismo, caí en tristeza y angustia. Invoqué el nombre del Señor: «Señor, salva mi vida» R. El Señor es benigno y justo, nuestro Dios es compasivo; el Señor guarda a los sencillos: estando yo sin fuerzas, me salvó R. Arrancó mi alma de la muerte, mis ojos de las lá imas, mis pies de la caída. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida. R. |
Segunda lectura |
La fe, si no tiene obras, está muerta Lectura de la carta del apóstol Santiago 2, 14-18 ¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Es que esa fe lo podrá salvar? Supongamos que un hermano o una hermana andan sin ropa y faltos del alimento diario, y que uno de vosotros les dice: «Dios os ampare; abrigaos y llenaos el estómago», y no les dais lo necesario para el cuerpo; ¿de qué sirve? Esto pasa con la fe: si no tiene obras, por sí sola está muerta. Alguno dirá: «Tú tienes fe, y yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras, y yo, por las obras, te probaré mi fe.» Palabra de Dios. |
Aleluya |
Evangelio |
Tú eres el Mesías...
El Hijo del hombre tiene que padecer mucho. + Lectura del santo evangelio según san Marcos (8, 27-35) En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Felipe; por el camino preguntó a sus discípulos: —¿Quién dice la gente que soy yo? Ellos le contestaron: — Unos, Juan Bautista; otros, Elías, y otros, uno de los profetas. Él les preguntó: — Y vosotros, ¿quién decís que soy? Pedro le contestó: —Tú eres el Mesías. Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y empezó a instruirlos: —El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los senadores, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar a los tres días. Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió, y de cara a los discípulos increpó a Pedro: —¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios! Después llamó a la gente y a sus discípulos y les dijo: —El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por el Evangelio, la salvará. Palabra del Señor. |
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