NATIVIDAD DE SAN JUAN
BAUTISTA
Juan es el que bautiza, el “precursor”, lo hacía con agua
para quedar limpios de pecado, es un gesto de arrepentimiento y de reconocer la
supremacía de Dios, y que tenemos que caminar hacia un camino de conversión que
comienza con la intención, después el reconocimiento, el gesto externo, el propósito firme de cambio y de caminar
hacia Dios.
Juan era hijo de Zacarías y de Isabel, y la venida al mundo
suya no fue iniciativa de los hombres, no fue iniciativa humana, fue concebido
en una familia de edad avanzada predestinada a quedarse sin hijos, es por lo
tanto Juan un gran profeta querido por el Señor para cumplir una misión, la de
preparar el camino al Señor.
La liturgia celebra los dos nacimientos, el de Jesús en el
solsticio de invierno y en el de verano el de Juan, englobando así el
simbolismo de todo el tiempo en plenitud.
El Señor es el que toma la iniciativa en el camino, también
la misión de Juan, es voluntad del Señor, de comenzar el camino que conducirá a
la salvación, Juan bautizó con agua pero el señor lo hará con Espíritu Santo.
Jesús fue bautizado por Juan como signo de que carga con nuestros pecados, con
nuestras infidelidades y con nuestras idolatrías; “Es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.
En David y en Juan vemos el anuncio de la Venida del Mesías,
y nosotros tenemos que acoger con gozo al mensajero de Dios, al que es la boca
de Dios, que nos anuncia la verdad y la liberación.
Se cumple el tiempo del Señor en la historia y nos lleva de
la mano a la salvación plena, que comienza por la conversión y el perdón de los
pecados.
Javier Abad Chismol
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